Película: Underground
Dirección: Emir Kusturica
Con: Miki Manojilovic, Lazar Ristovski y Mirjana Jokovic
Duración: 170 minutos
Así es Kusturica: Una triste fiesta. Si Goran Bregovic dijo que su música era apta para bodas y funerales, Emir sabe que su cine también lo es. Envuelve la alegría de un matrimonio –aunque cuestionable- y la tristeza de un funeral. La mezcla perfecta entre música, cámaras y acción.
Nacido en Sarajevo en 1954 y radicado en París luego del estreno “Underground” en 1995 debido a los anticuerpos generados por el retrato realista de su pueblo, tal como Rembrandt, Kusturica es inconfundible en su impronta. Cuenta con una vasta trayectoria como “auteur” y académico; acreedor de dos Palmas de Oro y premio al mejor director del Festival de cine de Cannes (“Papá está en viaje de negocios” en 1985, “Underground” en 1995 y “Tiempo de gitanos” en 1989), nominado a un oscar por mejor película extranjera, Emir simplemente, merece un trato privilegiado.
El título del filme hace alusión al encierro que viven bajo tierra un grupo de yugoslavos a cargo del mítico “Petar “Backly” Popara”, líder del movimiento anti nazi, quien fue confinado por su mejor amigo “Marko Dren”, para quedarse con su prometida “Natalija” la mejor actriz del pueblo. “Marko” a lo largo de 20 años los mantiene engañados, diciéndoles que en la superficie la guerra continúa, mientras él se convierte en un destacado líder político y poeta, mano derecha del detestable Mariscal Tito.
Su estructura es comprensible, pero su desarrollo estridente. Comprensible pues, nos muestra la realidad del pueblo yugoslavo (específicamente de las provincias de Bosnia-Herzegovina y Serbia, hoy estados independientes) y su desarrollo entre 1941 y 1991. Está dividida en tres partes: La guerra (haciendo referencia a la segunda guerra mundial), La guerra fría y La guerra (conflictos por la independencia de las diferentes provincias). Estridente porque sus protagonistas rayan en la exageración. No en su actuación, si no que en su identidad. Estrepitosos y ensordecedores como la banda de un circo gitano.
Y es la primera imagen precisamente la que engancha al espectador. Tristemente bella. Un pequeño zoológico custodiado por “Ivan” un tartamudo cuya única preocupación es un chimpancé, reparte alimento a todos los animales mientras el lugar es bombardeado por los alemanes. Ya sin jaulas que los retengan, invaden el pueblo, como si los explosivos no fueran suficientes. Mientras la gente corre de un lado a otro, su líder, inmutable, come mientras observa como un elefante se roba los zapatos que ha dejado en su ventana, su mujer encinta le pide que no se vaya con su amante y un ganso ataca a un tigre. Desde un comienzo, Kusturica utiliza el absurdo y la ironía como recursos bases de toda su filmografía.
Simbólica de tomo y lomo, el sótano representa la desfiguración de la realidad, un cristo invertido constituye los conflictos religiosos de la zona y el cadalso, la muerte a la que están todos destinados. El chimpancé subirá al tanque construido por quienes habitan en el subterráneo, dando a entender que toda guerra es un símil de monos con navaja, se celebrará una boda de dos adolescentes que jamás han visto el sol, mientras “Marko”, quien vive sobre la cueva, emulará el sonido de una alarma de guerra y marchas militares para mantenerlos sumidos en una farsa, propia de la propaganda política manoseada de la época.
Así como Robert Zemeckis usó imágenes de archivo en Forrest Gump, Kusturica también lo hace, haciendo de esta película no solo un deleite visual, si no un documento histórico, capaz de ejemplificar el sentimiento oscuro y tirano de aquellos caudillos que ennegrecen la historia universal.
Cada plano, cada secuencia, cada canción y sarcasmo, hacen de ella una pieza digna de ser considerada una de las mejores películas del siglo XX, pues como pocos, Emir, con elegancia, captura a la perfección la identidad de un pueblo ontológicamente alegre aplastado por la irracionalidad.
2 comentarios:
Macarena, me cambié de blog.
http://escrvivir.blogspot.com
Saludos!
No recuerdo si vi Gato Negro Gato Blanco antes de Underground, pero sí recuerdo que me encantaron ambas.
Incluso Underground podría haber sido más larga, y más la habría disfrutado.
Debo volver a verla uno de estos días.
Un abrazo!
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