Miércoles 5 de septiembre, tipo 4 de la tarde recibo la llamada de mi estimada (no se confundan con otra) amiga, para “invitarme” a ver “Stand Up Comedy”, figura teatral tan de moda por estos días. Yo dije “mira tú, que entretenido, un panorama cultural para un viernes en la noche”, pensando en que cambiaríamos la rutina del “chaleco de piscola”, por una cuestión un poco más sofisticada y bohemia. Lo que no leí entrelíneas, fue precisamente que, esta invitación, tenía segunda lectura. Ir tras el amor platónico de Mrs. Matild's.
Accedí sin más aspavientos, pues como es sabido, los “apañamientos” mutuos entre nosotras son innumerables... Aparte para que están las amigas[1] . Llegó el viernes, y nuestra protagonista me vino a buscar a “las alturas del pishu”. Se quedó un rato, informándole los planes maquiavélicos a mi madre, la cual se encontraba completamente de acuerdo. Acto seguido, tomé los enseres necesarios (asalté a mi hermano), y partimos rumbo al 564. Ya en terreno seguro, empezaron las elucubraciones. “¿Melmac, como le hablo?”, “¿Qué le digo?”, “¿Y si me cree loca?”, todo cabía dentro de la sagrada geometría de las oportunidades[2]. Lo que yo no sabía, era que este espectáculo cabía dentro de la dinámica de la interactividad, por lo cual, cualquier espectador podía ser invitado, o más bien, obligado a participar del show. Ahí, la que se empezó a poner nerviosa fui yo[3], pues no contaba con ningún episodio de pública notoriedad, como los otrora publicados, como para contarlo. Así que, le advertí en seguida, de que ninguna manera sería yo la que participaría, y en caso de ser “tentada”[4] por el exponente, la que debía ir en mi rescate sería ella... lo cual, querido lector, no fue necesario, como se dará cuenta más tarde en este relato.
Más tarde, para acompañarnos en esta travesía, se une Matías, sujeto que merece análisis aparte. Triatleta (si, esos locos que corren, nadan y andan en bicicleta), amante de la categoría senior de mujeres, por lo que me pude enterar, y varios quiebres matrimoniales a su haber. No se encontraba muy convencido, pero la oferta era más que tentadora: Ver hasta que nivel llegaría la locura que estaba por empezar.
Salieron las “cositas” para tomar, pero como habíamos asaltado a mi hermano, pudimos disfrutar de un licor un poco más “destilado”[5]. Matías, en un acto de valentía, se tomó el primer trago[6] al seco, después de habernos advertido que al día siguiente debía asistir a un curso de “international economics”, para poder administrar bien las cosechas de San Fernando. Siguiendo al sujeto en cuestión, nuestra protagonista hizo lo mismo, para opacar, o más bien esconder el nerviosismo previo a la salida a escena. Producto de lo anterior, haciendo caso a las palabra de nuestro estimado alcalde “yo tomo y paso las llaves”, la que tuvo que manejar al “Cachafaz”[7], fui yo.
11.00 pm, arribamos al lugar donde se debía encontrar el amor platónico de nuestra amiga. Enseguida, sin ni un reparo, preguntó si el individuo había llegado, a lo que contestaron en forma negativa. Inmediatamente su cara se transformó, y de no ser por un atinado comentario de Matías, el lugar se hubiese convertido en un segundo Chernobil. Ya un poco menos eufórica, nuestra protagonista se tranquilizó, y se dispuso a disfrutar del humor (y del humo).
De pronto, mis carcajadas[8] se silenciaron producto de una gran patada, al más puro estilo de Bruce Lee[9], avisándome que su amor había llegado. En ese momento me dije a mi misma “Misma, a esta loca le va a dar un ataque nervioso”, pero se pudo controlar, hasta que él, en cuerpo y alma, entró en escena.
Comenzó su monólogo, todo seguía su curso normal[10], hasta que, dentro de la misma narrativa, se le ocurrió tocar el tema de las “pololas”, la cual casualmente llevaba el mismo nombre de nuestra amiga. Impúdicamente, respondió a dicho comentario de la siguiente forma “¿Quién yo?”. El actor sorprendido, ante dicha voluntaria interactividad de la espectadora, después de varios segundos de silencio[11], contestó “Si po, Matilda, tu... pucha que estay rica”, prosiguió con su historia, la cual tuvo varias intervenciones de esta arriesgada protagonista, tales como “No po, si ahora vivo sola”, “Si querí te invito un trago” y “Le bailo, le canto, le plansho y le cocino”[12].
Raudo y veloz terminó el actor su intervención, minuto en el cual, Mrs. Matild’s, desaparece de nuestra mesa, dejándome nuevamente a merced de ser víctima de un ataque de locura y agarrar el micrófono. Después de un par de minutos regresó, con las revoluciones a mil, puesto que, había bajado a interceptarlo. Después de tomarse casi mi piscola al seco, lo primero que dijo fue lo siguiente: “weona, hablé con él!”. Mi mente empezó a funcionar al más puro estilo Ally McBeal, imaginándome los diálogos de películas como “un propuesta indecente” y “bajos instintos”. Pero fue mucho más simple y moralista. “Oye teni un cigarro”, le dijo el sujeto a ella, quien haciendo como que cortaba el celular, le respondió “no, pero te doy lo que me queda”, a lo que siguió un “oye, te vine a ver a ti”, “¿ah si?” respondió él, agregando que se encontraba en una situación legal bastante complicada, por lo que en los próximos días debería pasar sus noches junto a, nada más ni nada menos, que a gendarmería de Chile. Nuestra amiga, inmediatamente le ofreció todo tipo de servicio legal, haciendo notar que no se trataba de una fan más, si no una de esas fan’s ilustradas, como en los tiempos de las magnificas glosas de Alfonso X el Sabio, y haciendo notar que las partidas se las sabía de memoria[13].
Una vez concluido el espectáculo, nos quedamos un rato más para ver si el sujeto se aparecía de nuevo, con la esperanza de entablar un nuevo diálogo (que duró menos que las conversaciones de los pingüinos con el gobierno). A falta de movimiento, decidimos ir a dejar a Matías, y lo que ocurrió después, imagíneselo Ud. puesto que definitivamente lo acaecido, nos hizo cuestionarnos (me incluyo) si es que habíamos elegido la carrera correcta, o si en definitiva, merecíamos un puesto en Policía de investigaciones de Chile.
Miss Melmac
________________________________________
[1] Según la RAE: “1. adj. Que tiene amistad. U. t. c. s. U. como tratamiento afectuoso, aunque no haya verdadera amistad”.
[2] Como diría uno de mis musos inspiradores, Sting.
[3] Sé que muchos se debe estar riendo, pero aún me queda un poco de pudor, sobre todo sobria.
[4] Malditos escenarios!
[5] Mostrando la “hilasha” como siempre... cuidado con la huinsha de la shala!
[6] Y me tomo un trago!
[7] Según la RAE: 1. adj. Am. Mer. Descarado, pícaro.
[8] “Maca, ríete menos porfavor...”
[9] No, no Tommy Lee, si no que Bruce Lee, quien además de ser artista marcial es filósofo.
[10] Mientras yo me preguntaba cuando iba a saltar encima de él, así como para prepararme y decir “no, es que sufre de epilepsia, es normal”.
[11] De esos interminables, en los cuales en lo único que piensas es en un “contesta, porfavor contesta”.
[12] “Quieren que cante o quieren que baile” ob. Cit. Marcelo Gac, Programa de Julito Videla, año 2003, canal trece.
[13] Sé que son 9 partidas, pero me leí 7... le puedo decir 5?
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
amiga, o mejor dicho amiga de mi amiga, espero que sus próximas incursiones culturales sean menos arriesgadas y locas.
lo digo de picá en todo caso...jaja felices 23 años que no volverán.
tanta narrativa, que por cierto excelente, la descripcion de la srta Matilda en busca de amor platónico,( que han sido muchos... .gracias a Dios cuenta con una amiga para estas complicidades, y un atleta de guardaespaldas..) es tal cuál ella lo podria narrar...claro que omitiendo ciertos arrebatos de calcetinera ....podrian aprovechar todo este derroche de planificación en algo más real....y al alcance de miss Matilda...
suerte para las dos en las proximas salidas culturales....
Silvana
Oye, tomense un traaaaaago!!!!
Publicar un comentario